El 14 de febrero en un camino rural cercano a Mechongué fue hallado el cadáver de Melina Briz (18). Por el hecho, fue condenado a 18 años de prisión el novio de la víctima, Ariel Troncoso, quien actualmente se encuentra beneficiado con el programa "Casas por Cárceles".
Hubo un Día de los Enamorados teñido de sangre, producto de un femicidio que conmocionó a todos. Fue en 2012, cuando la víctima, Melina Briz, tenía tan sólo 18 años.
Aquel episodio paralizó a toda la comunidad de Balcarce pero también a la sociedad en general, puesto que al encontrarse el cadáver de la joven un 14 de febrero la noticia tomó repercusión nacional. En suma, los restos estaban en un camino rural, entre San Agustín y Mechongué, y el asesino, Ariel Troncoso, que doblaba a Melina en edad, fue detenido y trasladado a la cárcel de Batán, previo paso por Mar del Plata. Es decir, los habitantes de las ciudades aledañas a la localidad serrana también se conmocionaron.
Nadie salía del asombro por la crueldad con que el femicida había actuado y luego contado a la policía su accionar. Hoy, Troncoso goza del beneficio del programa “Casas por Cárceles” y más temprano que tarde recuperará su libertad.
Sangriento San Valentín
El caso se conoció, como se explicó antes, en la mañana del 14 de febrero de 2012. Sin embargo, Melina Briz llevaba desaparecida y muerta cuatro días cuando los investigadores encontraron su cadáver.
Troncoso y la joven habían estado en una relación afectiva durante tres años, a pesar de que cuando se conocieron ella tenía 14 y él 37. Al momento del crimen, ella ya había cumplido 18 y él tenía 40.
Según la reconstrucción del hecho que en ese entonces llevó a cabo el fiscal Rodolfo Moure, el vínculo estaba a punto de terminarse por decisión de Melina, quien había terminado su etapa de adolescente y pretendía vivir las mismas situaciones que sus amigas: salir, divertirse, interactuar con personas de su edad, y demás. Así lo contó, inclusive, su padre Horacio, días después del asesinato.
Troncoso ya sabía que la joven quería concluir la relación pero, de todas maneras, la invitó a pasear y conversar el viernes 10 de febrero, y ella aceptó. Esa tarde, cerca de las 16.30, la pasó a buscar en su automóvil.
Ella no le contó eso a su familia, sino que avisó en su casa de calle 9 Nº 479 de Balcarce que se iba a encontrar con amigos. Solía hacerlo con frecuencia para tomar mate y andar en patines. Pero en realidad, Melina había decidido salir a hablar con Troncoso y como la relación no era bien vista por sus padres, lo ocultaba todo el tiempo.
Hacía cuatro años que se veían pero el vínculo entre un hombre y una adolescente había pasado por distintas etapas. Hubo momentos de enamoramiento de Melina, superada por la ilusión juvenil de estar con un hombre adulto. Pero luego todo fue encarrilándose hacia cuestiones más naturales por la fuerza del entorno, de sus amigos y amigas, y por la diferencia de edad. En cambio, Troncoso siempre se sintió atraído por ella.
A tal punto había insistido en sostener la relación pese a los pedidos de Melina por concluirla que tiempo antes de matarla Troncoso se mudó a un departamento ubicado a menos de 100 metros de la casa de ella. Pintor de profesión, había rentado un inmueble en calle 12 entre 9 y 11, para poder tener más cerca a Melina.
La familia de la joven no aprobaba la relación y por eso todo era oculto. El hombre y la menor (cumplió recién 18 años en diciembre) se veían a escondidas luego de las advertencias de Horacio, pero todo tendía en los últimos tiempos a la disolución de la pareja.
Algunos amigos de Melina sabían de su deseo de “cortarla” e incluso la motivaron en varias charlas. Días antes de ser asesinada, Melina se fue con una amiga a acampar a Miramar y pese a que la llevó Troncoso y luego la fue buscar, la decisión de ella ya estaba tomada.
Por eso el viernes 10 de febrero de 2012 Melina salió de su casa con la determinación de ponerle punto final a la relación. Horas después sus padres se preocuparon por no haberla visto regresar y empezaron a hacer algunas averiguaciones.
El sábado también, con la desesperación en aumento, los padres, hermanos y amigos trataron de hallar y al
no poder hacerla al día siguiente hicieron la presentación.
Silvia Alessio, la madre de Melina, recibió horas después mensajes de texto desde el teléfono de su hija. Los mensajes decían que Melina estaba mirando televisión con amigas y que se iba a quedar a dormir con ellas. Pero la mujer no confió. Habló con amigas y no la localizó por lo que el domingo por la madrugada realizó la denuncia por averiguación de paradero.
Una vez radicada la denuncia la Policía Comunal de Balcarce y la Sub DDI empezaron a investigar, y a una de las primeras personas que consultaron fue a Troncoso.
El domingo el primer testimonio que se le tomó ya contenía una carga importante de mentiras que recién quedarían al descubierto con su confesión. Troncoso dijo a la policía que había estado con Melina y que a las siete de la tarde del viernes la había dejado cerca de la casa de una hermana. Luego se fue a jugar al fútbol a Mechongué, en un torneo comercial.
Los investigadores no confiaron plenamente en esos dichos y profundizaron la pesquisa, estableciendo que si bien era cierto que Troncoso había ido a jugar ese partido no lo había hecho. Los testigos dijeron haberlo visto nervioso y él mismo pidió no jugar porque le “dolía la panza”.
Con esos datos, más los aportados por amigos de Melina acerca de su clamor desde hacía algún tiempo por cortar la relación, el fiscal Moure pidió al juzgado de garantías dos órdenes de allanamientos para el departamento de Troncoso y su automóvil Volkswagen Golf.
Los operativos recién se llevaron a cabo el lunes por la tarde y a partir de ese momento todo cambió. Troncoso intuyó que el cerco se cerraba. Los policías, de todos modos, no encontraron ningún elemento incriminatorio ni en el departamento ni en el automóvil que estaba en un garaje de avenida Suipacha, entre 17 y 19. Pero sí sumaron más testimonios.
Y fue en la comisaría cuando Troncoso, con el llanto inminente, se abrazó a su hermano y le dijo esa frase: “Me mandé una cagada con Melina”.
Luego se conocería la verdad. En medio de su paseo, Troncoso ahorcó a Melina, le cortó las muñecas para que se desangrara, tiró su cuerpo en un descampado a la vera del caminoa: la dejó desnuda, la tapó con cal y ramas, y tiró sus pertenencias a lo largo del camino. Además, se hizo pasar por ella al mandar mensajes de texto.
El cadáver de la joven fue hallado el martes 14 de febrero a la mañana, a 6 kilómetros de Mechongué, sobre el zanjón profundo de un camino vecinal. Justo en un punto del trayecto que Troncoso había hecho el viernes previo para ir a jugar el partido de fútbol. El cuerpo presentaba evidentes signos de estrangulamiento, heridas en las muñecas y lesiones en el cuello y un hombro (mordida y rasguño).
La cal con la que había sido cubierto el cuerpo semidesnudo de Melina -sólo tenía puesta ropa interior- no fue un agente de deterioro sino todo lo contrario. La autopsia desarrollada horas después en la Morgue de Mar del Plata mostró que el fallecimiento se había producido por “asfixia por estrangulamiento” y que las lesiones en las venas de las muñecas habrían sido realizadas cuando la víctima ya se encontraba muerta. Y lo más determinante de todo: el deceso databa del viernes entre las 17 y las 20.
Prisión y beneficios
Troncoso fue condenado en 2015 a 18 años de cárcel por el crimen de Melina Briz. Al momento del hecho, la figura de “femicidio” no existía en el Código Penal, por lo que los jueces lo sentenciaron por el delito de “homicidio agravado”, razón que le valió sortear la prisión perpetua.
En agosto de 2023, el juez de Ejecución Penal, Juan Galarreta, le concedió el beneficio de poder cumplir parte de su condena en un régimen abierto y ordenó que inicie terapia psicológica, atento a que en 2024 podría estar en condiciones de pedir la libertad condicional.
Tanto el fiscal Fernando Berlingeri como la abogada de la familia Briz, Adelina Martorella, se opusieron a que Troncoso recibiera el beneficio de las salidas transitorias y de pasar su condena en un régimen abierto.
Ariel Troncoso cumple una condena de 18 años de prisión por el femicidio de Melina Briz.
La letrada expuso que Troncoso no realizó una vida carcelaria para reinsertarse en la sociedad una vez terminada su condena. La abogada explicó que el femicida no realizó ninguna labor educativa, ni cultural, ni deportiva, espiritual, ni realizó ninguna capacitación para obtener un oficio extra muros.
Además, la letrada resaltó algo insólito: quien se ofreció para ser el tutor conductual de Troncoso es un hombre al que conoció en el pabellón de la cárcel. “Esto es, ni más ni menos, afirmar que un delincuente será tutor de otro delincuente. Es un insulto a la familia de la víctima y a la Justicia misma“, expresó.
En un informe psicológico realizado a Troncoso en la cárcel en mayo de este año, la profesional consideró que el condenado se muestra respetuoso, con un despliegue discursivo escueto, desprovisto de correlato afectivo y reticente cuando se abordan tópicos enlazados a su proceder disruptivo.
La psicóloga remarcó que si bien Troncoso reconoce haber asesinado a Melina Briz, “su posicionamiento subjetivo resultaría desprovisto de afectividad sin lograr dimensionar la gravedad de sus actuaciones”. La profesional consideró que el hombre utiliza mecanismos “justificatorios”, con escasas posibilidades de implicarse subjetivamente, así como de involucrarse en un proceso reflexivo y de revisión crítica de su proceder.
“No advertimos indicadores de sentimientos de culpa o actitudes reparatorias por el daño ocasionado”, concluyó la psicóloga.